martes, 1 de enero de 2013

El escribidor y el amor

Soy el lector de poemas, 
el escribidor,
muchos que se parecen a mí.
Soy  también el nadador de otros mares,
pescador, pez, nada.
He escalado montañas, 
recorrido páramos,
he descendido junto a ríos caudalosos,
he conocido nuevos mundos,
he amado y sido amado,
he llorado muchas tristezas
y comido helados de fresa en el verano.
Disfruto una mañana 
con sol y aire puro,
el placer de oír el viento 
entre los árboles,
el sol que se posa 
sobre mi piel,
la luz del mediodía, 
las noches con cielo despejado,
el mar Caribe 
y su olor a paraíso.
Hay tardes ibicencas 
en las que bailo y bailo
hasta caer rendido 
en una sonrisa enamorada.
Me gusta ser amado, 
adorado, querido
y los ojos 
que tienen cometas fugaces en la mirada.
No olvido mis amores, 
sus rostros, sus besos,
su generosidad, sus sueños.
Volveré siempre a Colombia, 
el único lugar
de esta tierra donde no soy extranjero,
donde desandan mis recuerdos, 
mis antepasados,
donde no me olvidan los amigos,
donde hay un amor para mí.
Me gusta desandar otros mundos,
otras ciudades, otros amores,
otros idiomas, otros rostros
y volar, dejar atrás los yos 
que ya no son míos.
Olvidar los pesos muertos,
ser libre, no dejar de andar.
Sobre todo, me gusta saber,
no dejar de saber, la interminable
búsqueda del conocimiento.
Deseo el tacto suave de la piel 
de una mujer,
su boca y su mirada,
recorrer enamorado su cuerpo,
hacer el amor 
y despertarme con ella a mi lado.
Me gusta el olor a pan recién hecho,
un café humeante en la mañana,
leer el periódico 
y charlar de cosas intrascendentes.
Saber que estoy vivo, 
eso es lo mejor.
Ser parte de la vida y entregarse a ella.
Vivir por el placer de vivir.
A veces soy el que tiene un sueño
y va tras él.
Otras, me encierro en mí 
y vivo enclaustrado
entre pensamientos y recuerdos.
Todos ellos soy yo 
y mañana no sé qué seré.
Esta es  la vida de ese 
que quiere estar contigo
y que tanto te ama.

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