domingo, 13 de enero de 2013

*Después de todo


Después de haber recorrido tu cuerpo
y haberlo incendiado
una y mil veces para que ninguno de mis pecados
lograra escapar a su destino,
un día sentí
que era hora de que mis ojos ciegos
se miraran en otros ojos
y caminaran despacio por otra piel.
Descubrí que tenía unas ganas amargas
de saber qué mundos nunca serían míos,
qué suavidad no sentiría mi tristeza enamorada.
Quise sentir los celos de nuevo,
esa pasión como mil vendavales
que cruzó mi corazón
rasgándolo de sur a norte,
dejando que se derramara la vida por mis venas.
Perdí mis sueños en el torrente
de mi sangre que quería correr enamorándose
por otras venas.
Viví agazapado dentro de mí,
cuidándome de no escaparme de mi destino,
de esa jaula angosta que son los días de la vida.
Me aferraba a mis miedos
para olvidarte, imposible diosa 
que nunca más me amaste.
Hoy, después de tantas muertes, llego a ti
cubierto con los pecados
que cometen los solitarios
para no vivir a cada instante la muerte.
Y llego a ti para morir del todo,
para que de una vez por todas sepas
que vivo en el infierno,
porque aún hoy muero de amor por ti.

No hay comentarios:

Publicar un comentario