Hubo tiempos
en que no nos saciábamos,
no teníamos límites,
nos devorábamos una y otra vez.
en que no nos saciábamos,
no teníamos límites,
nos devorábamos una y otra vez.
No
había fronteras
entre
nuestros cuerpos y el deseo.
Nuestras
manos y lenguas
se
entregaban al placer
de
incendiar la piel del otro.
En
el ardoroso ir y venir
nadábamos
nuestros cuerpos
hasta altas horas de la madrugada.
hasta altas horas de la madrugada.
Y
al despertar en brazos del otro
volvíamos
a amarnos.
Hasta
que los sueños
se fueron
tras otros sueños.
tras otros sueños.
Sólo nos quedó la tierra arrasada
de
los abandonados,
de
los que perdieron la vida sin
morir.
El amor se había devorado el amor.
El amor se había devorado el amor.
No hay comentarios:
Publicar un comentario